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Las gemelas que no debieron nacer.


En un barrio muy lejano, vivían dos niñas gemelas un poco fuera de lo común... Una de ellas había nacido con un cierto retraso mental que hacía que sus padres siempre estuvieran preocupados por ella. Esta niña se llamaba Rakel. Llevaba gafas, tenía granos, los dientes completamente sucios y torcidos, y una extraña desfiguración en los rasgos faciales: se parecía a un topo. Rakel siempre quiso ser como su hermana, ya que era una exitosa estudiante que acababa de terminar bachillerato con matrícula, mientras ella, estaba marginada socialmente y todos le tiraban cosas y le decían “¡¡Topa!!”. Ella odiaba esa palabra. Su hermana, lejos de ayudarla, sólo la miraba con asco... Mari era guapa, delgadita, bucles de pelo negro brillante que caían sobre sus suaves hombros, tez blanca, mejillas rosadas, y unos impresionantes ojos azules.. Lo tenía todo para triunfar en la vida, pero siempre tenía que cargar con su hermana...
Un día, la noche de la cena de graduación, Mari volvería a estar exuberante y esperaría bailar con Carlos, el chico rubio de ojos azules que la enloquecía desde hacía una semana. Esa mañana, Rakel estaba llorando en su habitación porque el vestido no le cerraba por detrás. Se miraba al espejo y se sentía más fea incluso de lo que era. Así que Mari fue a la habitación de Rakel y, en lugar de consolarla, en un ataque de nervios forcejearon. Rakel cayó y se dio con el pico de la mesa en la nuca... Mari, aterrada al ver que su hermana no se movía, le dio un ataque de pánico y, moviendo las manos alrededor de su cabeza y gritando, bajó las escaleras a saltos en busca de una pala para cavar una fosa en el jardín, junto a la caseta de su perro, Chuchy. Pero cuando subió en busca del cadáver de su hermana... ya no estaba. Mari empezó a arrancarse pelos y a lanzarlos al suelo con rabia, pensando que su hermana podría haberse ido a chivar al profe. Miró debajo de la cama y debajo del mueble, incluso debajo de la puerta.. pero allí no había ni un resto de Rakel. Mari empezó a ponerse muy nerviosa, maquinando una excusa a la ausencia de su retrasada hermana para cuando llegaran sus padres. Pero llegaron antes de lo previsto, y Mari sólo pudo bajar llorando las escaleras. Se puso frente a su padre y le dijo:

- “Papuchi.. no encuentro a la tata..”
- “¡Calla estúpida! No me marees con tus inventos”
- “Pero.. Papuchi.. ¿qué inventos..? Es tu hija y mi hermana”
- “Pero, ¿de qué me estás hablando? Deja de inventar amigos imaginarios o tendré que tomar medidas..” Mari, desconcertada (aunque aliviada por haberse quitado el muerto de encima, subió a su habitación y comenzó a charlar por msn con Carlos, el chico con el que iba a bailar esa noche. Carlos se mostraba interesado, así que Mari se arregló mucho y durante toda la tarde para estar guapa para él. Era más bien poco lo que le importaba Rakel, ya le tenía mucho asco y su falta sólo la hacía felíz, ahora que nadie le echaría las culpas. A las 8 fue al baile: había quedado con Carlos en la puerta. Allí estaba él, con un traje blanco y una rosa esperándola. Mari apenas se contuvo la emoción. Le costaba un poco respirar, pero era sólo por su euforia.. ¿o no..? Pero no quería perder más tiempo, y suponiendo que pronto se le pasaría, entraron en el edificio sin más demora agarrados del brazo.
La música no tardó en comenzar a sonar, y ellos fueron los primeros en comenzar a bailar. La música era más bien lenta y se encontraban bailando juntos mirándose a los ojos. De repente, algo horrible ocurrió. Mari, que cada vez se estaba encontrando peor, empezó a balbucir palabras ininteligibles. Carlos se quedó un tanto extrañado y le preguntó qué le ocurría. En ese momento, uno de los claros ojos de Mari reventó y toda la gente alrededor empezó a gritar. Carlos, salpicado de sangre, soltó a Mari, que cayó al suelo completamente rígida. Entonces, Rakel apareció por la puerta, vestida con aquel vestido que no le cerraba... Se acercó a su hermana y la miró fijamente. Mari no podía moverse, sólo mirar a su horrenda hermana desde abajo. Con cara de asco, Rakel no tuvo nada de compasión y, levantando su pie derecho, le clavó todo el tacón en el otro ojo. Mari sentía un dolor tan terrible que no podía ni gritar. Pero Rakel seguía impasible, y con su afilado tacón terminó de atravesar el duro corazón de su hermana. Cuando Mari estaba a punto de morir dijo “¿.. por que..?” y Rakel respondió “Llevaba toda la vida a tu sombra y tu nunca tuviste consideración conmigo.. Me mataste.. Y, ¿no tengo yo derecho a matarte ahora a ti?”. Nadie se atrevía a hacer ni decir nada. Finalmente, Mari murió. Y justo entonces, Rakel adquirió lo que siempre había deseado: el físico de su hermana. Y entonces, desapareció.
Cuenta la leyenda que si la noche de tu baile ves a una chica de piel pálida, bucles negros brillantes cayéndole sobre los hombros, y unos grandes ojos azules sobre unas rosadas mejillas, será Rakel la que te hayas cruzado. Y recuerda, aún está esperando su baile...
todo se encuentra oscuro y la merced del viento quiero estar, pregunto si deseo dejarme caer al silencio sin despertar o simplemente quedar suspendida en aquel tiempo que aun estando muerto sigue sin cesar…


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