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El espejo


Con un cuchillo entre las manos, me veo reflejado en el espejo de mi habitación, aquel reflejo me mira con cara desafiante, señalándome y balbuceando crueles insultos contra mi físico, se pasa el viejo y oxidado cuchillo de mano en mano a una velocidad pasmosa mientras no deja de mirarme, sus ojos emanan rabia, dolor y sobre todo odio hacia mi persona, de repente empieza a llorar y caemos a la vez de rodillas al suelo sin dejar de mirarnos a la cara ni un solo segundo, tengo ganas de huir y de gritar pero mis piernas no me dejaran jamás salir de esa habitación.

La hoja oxidada del cuchillo acaricia suavemente la cara, el cuello, el pecho y las muñecas de aquel loco reflejo, insinuando una y otra vez que me rajaría de arriba abajo, estaba totalmente dispuesto a llevar su plan a cabo y terminar de una vez por todas con mi cuerpo ya condenado a muerte.

Era totalmente consciente que solo tenia que abrir mi mano para que aquella arma blanca amenazadora dejara de mostrarme mi cruel final, caería inofensivamente al suelo que había debajo de mis pies y de una vieja moqueta llena de heces de ratas, mi mente ordenaba la acción a mi mano derecha, pero esta no se inmutaba, aquel reflejo que seguía insultándome y amenazándome tenia total dominio sobre mis actos. Cada vez estaba mas nervioso y mas loco, mi final era inminente.

Dejó por un instante de chillar y el silencio se hizo absoluto, solo se escuchaba mi respiración aterrada y mi corazón bombeando con mas fuerza que nunca el final agónico de su última sonata.

Sin saber muy bien como, conseguí cerrar los ojos y durante varios segundos no vi mas que oscuridad, siempre la temí, pero en ese momento fue todo un alivio, aunque mis ojos sin dejarme disfrutar demasiado de mi apaciguadora oscuridad se abrieron mostrándome el mismísimo infierno.

Una inmensa llanura rocosa de color rojo fuego se abría ante mi, plagada de cientos de cuerpos muertos putrefactos y manchas negras en el cielo, formadas por cuervos hambrientos.

El calor era insoportable, el hedor aun mas, y las vistas eran totalmente grotescas, había cuerpos crucificados del revés, también empalados y desollados, a mis pies trozos de miembros humanos descuartizados que impedían ver el suelo y una autentica clase escolar con mas de treinta niños y dos profesores, todos totalmente uniformados con ropa de principios del siglo veinte, que me miraban fijamente mientras el viento mecía sus cuerpos ahorcados de las ramas de un gigantesco árbol como si de una macabra estampa navideña se tratase. El espejo y su reflejo habían desaparecidos, pero en su lugar me encontraba en un sitio aun peor.

A mi espalda escucho claramente algo devorar ferozmente con ansia, me di la vuelta y allí estaba esa cosa a escasos metros de mi posición, el reflejo de minutos antes, mi reflejo, aunque esta vez era real, de carne y hueso. De pie, con el mismo cuchillo oxidado en su mano derecha y sujetando con la izquierda un trozo de pie humano totalmente podrido e infectado de gusanos, no me quita ni por un instante la mirada de encima a la vez que devora poco a poco su peculiar manjar. Por unos instantes, el miedo me paraliza todo el cuerpo, pero no es momento de permanecer allí quieto viendo como se aproxima mi muerte.

Emprendo una huida veloz que me permita escapar a tiempo de ser asesinado y devorado por mi propio reflejo, pero en su lugar casi ni me inmuto, las piernas me pesan toneladas se mueven con una lentitud pasmosa, el pánico y el terror se hacen dueños de mi, solo consigo desplazarme inútilmente escasos centímetros, escucho sus pasos acercarse a mi, me doy por vencido, su mano me toca el hombro izquierdo, siento su aliento cálido en mi nuca, la punta del cuchillo recorre de arriba, abajo mi columna vertebral se que ese es mi triste final.
Violentamente y sin esperarlo me agarró del pelo tirándome hacia atrás con mucha agresividad, me apretó con fuerza la hoja del cuchillo contra mi garganta y justo cuando se disponía a degollarme mis ojos me despertaron.

Me encontraba en la litera superior de la celda sentado, empapado en sudor, temblando y respirando con mucha dificultad, al principio no supe donde estaba, asta que la tenue luz de la luna menguante de aquella noche mostraba ante mi la silueta de los barrotes de la ventana devolviéndome a la realidad, fue todo una extraña pesadilla.

Bajé de la litera para refrescarme un poco la cara en el sucio y viejo lavabo de la habitación,al aproximarme a mi destino tropeze con algo que había en el suelo haciéndome caer de rodillas, grité en voz baja de dolor, rápidamente me percaté de que el suelo estaba mojado, me puse de pie, agudize la vista para ver que es lo que me había echo tropezar y pude ver en un inmenso charco de sangre, a mi compañero de celda tirado en el suelo, totalmente degollado y con algo parecido a un cuchillo en su mano derecha.

Pensé por un momento que seguía durmiendo, pero no era así, grite como un loco pidiendo ayuda, siendo presa del pánico, mi voz debió de ser escuchada hasta en el último rincón de la prisión y no porque mi compañero estuviera muerto, sino por que creía que aquel reflejo de mi pesadilla estaba allí e iba a matarme.



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