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La llegada de


Llamaron al timbre a las diez de la noche. “Qué lata” -pensó Alba levantándose para abrir la puerta- “¿Quién vendrá ahora a tocar los huevos?”
Alba estaba allí trabajando como niñera, a cargo de una niña pequeña de 5 años que ya dormía en su cama. Pero sus padres se habían ido a una fiesta y no volverían hasta muy entrada la noche. No podían ser ellos tan pronto.
Alba pegó el ojo a la mirilla de la puerta, pero al otro lado no había nadie, ni siquiera estaban las luces encendidas. Solo estaba el pasillo ligeramente iluminado por la luz de emergencia que se encendía por las noches. “Qué raro” era el timbre lo que habían tocado estaba segura. La joven abrió la puerta para cerciorarse de que la vista no le estaba jugando una mala pasada. Pero al otro lado no había nadie. Oteó en todas las direcciones y encendió la luz del pasillo. Pero nada. “Debe haber sido un fallo del timbre o algo así”.
Intentando no pensar en asesinos locos ni en fantasmas volvió al sofá a continuar viendo… The ring. “mejor cambio de canal” se dijo. Paso un buen rato antes de que volvieran a llamar a la puerta. Aquella vez Alba fue hasta la puerta sin hacer ruido. Y otro vez el umbral vacio y en tinieblas. Aquella vez no abrió la puerta, sino que se volvió directamente intentando no asustarse. Y al lado de la tele estaba Laura, despierta y en pijama, cuando debía de estar durmiendo.
-¿Qué haces levantada?- pregunto Alba a la niña, que en aquel momento resultaba algo inquietante iluminada tan solo por la luz azulada del televisor.
-Es que… me hago pipi.
-Pues ve al baño.
-Pero me da miedo. Hay un fantasma en el baño.- en aquel momento las tripas de Alba se encogieron formando un nudo. En aquel momento ir al baño habría sido lo último que hiciera. Pero estaba trabajando y tenía que sobreponer sus deberes de niñera.
-Lauri, los fantasmas no existen. Anda, ven, que te acompaño.
Cuando ella y la niña entraron en el baño estaba vacío. “Naturalmente” pensó Alba riéndose de sí misma “¿Qué esperabas, encontrar un cadáver en la bañera?” había estado asustándose por nada. Que tonta era.
En aquel momento se hizo el silencio. Solo se oía el chapoteo del pis de la niña al caer en el agua. La tele ya no producía ningún ruido. ¿Pero como se había apagado? La luz no se había ido. De repente se escucharon pasos en algún lugar de la casa. Lentos y pesados. Por aquel entonces Alba ya estaba acojonada del todo. Pero saco fuerzas de flaqueza y asomo la cabeza fuera del baño. Encendió todas las luces de la casa, pues en aquel momento la oscuridad no le hacía ninguna gracia. En el salón no había nadie comprobó con un ligero atisbo de alivio. Con la esperanza aun de que todo aquello se debiera tan solo a un error. Lucho contra la irresistible tentación de salir corriendo por la puerta y no volver la vista atrás hasta hallarse muy lejos. Y cogió un cuchillo de la cocina.
Oyó entonces el llanto de una niña. ¡Casi se había olvidado de Laura! Como le pasara algo a la niña… no quería ni pensarlo. Así que fue corriendo con el cuchillo en ristre al baño. ¿No había encendido las luces? Allí estaba Laura sollozando, con su osito de peluche abrazado. Cuando vio a Alba la niña señalo hacia el pasillo oscuro.
-He visto un fantasma- dijo con voz queda conteniendo las lagrimas.- iba hacia la habitación de papa y mama.
Alba entonces estaba ya desesperada. ¿Pero qué opción le quedaba? ¿Irse con la niña? ¿Y cuando volvieran los padres que razón les daría para haberse ido con su hija? Con el cuchillo por delante empujó la puerta que conducía a la habitación de los padres de Laura…

Cuando el inspector de la policía Fernando Moreno llegó a la escena del crimen un agente le condujo hasta el cadáver de una chica joven, de no más de veinte años.
-¿Qué sabéis de ella?- preguntó al joven novato encargado de facilitarle los datos mientras observaba a la chica, que yacía mirando al techo con los ojos muertos muy abiertos.
-Se llamaba Alba Sorolla, estudiante de primer grado en la facultad de medicina. Al parecer era la canguro.
-¿Y la niña?
-No la hemos encontrado, ha desaparecido sin rastro.
-¿Se trata de un secuestro?
-Es posible. Pero es realmente extraño, porque no hay signo de se hayan forzado la puerta ni las ventanas. Además tenemos noticias de que los padres de la niña murieron ambos la pasada noche al volver de una fiesta de empresa, en un accidente de tráfico.
Fernando Moreno observo el cuerpo. La joven tenía un cuchillo de cocina clavado en la garganta, muy profundo. No veía como la chica podía haberse clavado el cuchillo de esa manera ella sola. Así que tenía que ser un asesinato. Tal vez si aparecía la niña se ahorrarían parte de las investigaciones.

Laura corría en la oscuridad, sin nadie a su alrededor. Recordaba muy bien como había empezado todo. Aquel día en que vio a los fantasmas. Recordaba como Alba, su niñera, había entrado en la habitación de sus padres con un cuchillo, entonces ellos la mataron. Fue culpa suya, porque primero no había querido abrirles la puerta, y luego les amenazó con un cuchillo y entro en su habitación. Y a ellos no les gustaba ese comportamiento. Laura avanzó tras las luces. Estaba cansada de correr pero ellos la llamaban y no quería que se enfadaran con ella. Un trecho más adelante ellos estaban ya allí, esperándola. Cuando la divisaron le hicieron un gesto para que se acercara y Laura obedeció, sumisa. Ellos le tendieron las manos, y ella las cogió. Recordaba que había pasado mucho miedo al principio, pero ahora era feliz. Su papa y su mama la guiaron hacia las luces. Los tres caminaron juntos hacia la luz que los llamaba por fin, dejando atrás todo lo que había sido hasta aquel momento.



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