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Psicópata del sueño


El reloj de la pared marcaba las 2:47 am, el joven Daniel Vargas se despierta jadeante tras una pesadilla, está sudado y muy exaltado. La habitación se encuentra en profundo silencio, tanto que es capaz de escuchar los latidos de su corazón, que pronto son opacados por el sonido de una rama que golpea su ventana con ferocidad, ésta a la luz de la luna proyecta una inquietante sombra sobre el póster de un Airbus 380. Durante unos segundos Daniel se sumerge en un ligero sueño, y poco después se despierta sobresaltado por un ruido proveniente del cuarto contiguo. El pequeño fue incapaz de hacer algún movimiento, de repente un fugaz recuerdo viene a su mente y la calma de la habitación es perturbada por un ensordecedor grito, que se ahoga en la oscuridad. Tenía la sensación de estar viviendo un deja vu.

Eran ya las 2:58 am cuando la manilla de su puerta comienza a moverse. Sin saber de quién se trata, da un salto y corre para echar seguro a la puerta, se decía a sí mismo “seas lo que seas no entraras”. Después de 3 o 4 intentos el picaporte dejo de moverse. De repente la puerta se abre fuertemente de un golpe lanzando al jovenzuelo un par de metros hacia atrás, a pesar de lo sucedido el silencio no es quebrantado. Ahora el pequeño se encuentra tendido en el suelo, iluminado por un extraño resplandor proveniente de las escaleras, está a merced de una bestia que se acerca lentamente. Al llegar lo suficientemente cerca, Daniel comenzó a percibir un fuerte hedor, era tan nauseabundo que estuvo a punto de vomitar a los pies de aquel ser, aunque por suerte su miedo lo evitó, y continuó sin moverse.

Teniendo al niño a sus pies, esta cosa salida del más allá se agacho y cogió al infante con sus asquerosas y descompuestas manos, de ellas sobresalían enormes garras; lo alzó hasta que ambos estuvieron cara a cara. En esta posición duraron unos segundos hasta que la criatura comenzó a agitarlo de forma frenética, cuando ya no aguanto más, rompió en llanto, tal vez por el miedo o el intenso dolor que sentía al dislocársele los brazos. En ultima instancia decide abrir los ojos para observar el ente más espantoso que se pudiera imaginar, aquella bestia tenía el aspecto de un hombre con excepción de sus manos y rostro, del cual carecía. No tenia nariz, ojos, ni parpados y su boca había sido sellada pero de ella emanaba un fluido corrosivo de color vino tinto; la bestia sacaba su lengua por orificios ubicados a ambos lados de su boca.

Ahhhhhh! Fue lo único que logro articular Daniel después de semejante encuentro, al mismo tiempo que cerraba sus ojos. ¿Y cuál sería su sorpresa, al abrirlos de nuevo? Él se encontraba acostado en su cama, sudado y muy exaltado; el reloj de la pared marcaba las 2:47 am. Confundido se levanta y recorre la habitación con un fugaz vistazo, revisa debajo de su cama y no encuentra nada extraño; luego decide revisar toda la casa y encuentra tres cuerpos en medio del comedor. Incrédulo de lo que observaba enciende todas las luces y un macabro hallazgo lo hace enloquecer. Más tarde esa madrugada, un oficial recibe el llamado de un vecino de los Vargas que dice haber escuchado ruidos extraños y gritos en la casa de enfrente. Eran ya las 4:16 cuando una patrulla es enviada al lugar, después de llamar a la puerta un par de veces sin obtener respuesta, irrumpen en la casa y ven al joven Daniel en el suelo sollozante y delirando, cuando intentan encender la luz el trata de detenerlos pero los oficiales le doblegan fácilmente. De modo que logran encender la luz y descubren la terrorífica escena.

En el centro de la sala se encontraban los cuerpos de su madre, su padre y su hermana destripados, decapitados y mutilados; las entrañas estaban esparcidas por todo el lugar y en una bandeja de plata tapada sobre la mesa, yacían las cabezas, a cada uno le hacía falta algo: a su madre los ojos, a su padre la lengua y la pequeña no tenia orejas; estas partes nunca fueron encontradas. En la nevera hallaron dos jarras con sangre y una olla con manos en su interior; sobre la pared más grande había una frase amenazante escrita con sangre, que decía “Luego regresó por ti Daniel”. Lo mas extraño es que en el lugar solo se encontraron las huellas de Daniel y los asesinatos no fueron realizados con ningún cuchillo de la casa.

Después de lo ocurrido, Daniel fue internado en el Hospital Psiquiátrico de Barquisimeto debido a su inestable estado mental y a la posibilidad de que él fuera culpable de lo ocurrido aquella noche. Daniel nunca confeso su culpabilidad y aseguraba que un hombre-bestia sin rostro lo había hecho y que volvería por él.



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